Y a los que me fallen, que les follen.

Estoy muy harta de todo, de personas inmaduras, egoístas, de los mismos sitios y de la puta rutina.
Todos los días prometo cambiarme a mí y cambiar mi  mundo, pero todo se queda en una teoría.
Estoy segura, cada día más, de que ese día en el que todo se haga realidad está cada vez más cerca.
Me voy a ir lejos, muy lejos, y voy a gritar todo lo que quiera, y voy a correr hasta rajarme esos vaqueros rotos.
Voy a saltar hasta un punto en que las piernas me flaqueen y mis rodillas estén sangrando, y sin el consentimiento de nadie.
Voy a comer todo lo que quiera, millones de panes con nocilla y batidos de chocolate, ¿y qué pasa si engordo? No pasa nada, no voy a preocuparme de lo que dice la gente ni de si les gusto o no a los demás.
Y a los que me hagan la vida imposible voy a hacerles tanto daño hasta que se den cuenta de que no valgo la pena.
Quiero bajar haciendo la croqueta desde la montaña de arena más grande del mundo, y si hace calor, desnudarme, pero eso sí, nunca emocionalmente.
Todo lo que quiero hacer lo voy a hacer porque sí, sin explicación ninguna.
Voy a tener mejores amigos, y voy a sacar de cada uno algo positivo, desde una sonrisa a momentos increíbles.
Voy a estar en la mayor fiesta del mundo, una fiesta que pase a la posteridad y conlleve una resaca insoportable.
Voy a pasar una noche en una playa desierta, con música y ambiente.
Quiero pasar el fin de semana entero perdida en el campo, sintiéndome un único ser unido a la naturaleza y poder oír ruidos que no se pueden oír a simple vista.
Quiero ir simplemente donde el destino me lleve, no quiero planificar nada.
Voy a vivir todas las emociones existentes, y si no es suficiente, crearé las mías propias.