¿Y sabes? casi sin querer, he podido acompasarlos con los míos. Te he mirado, y mientras lo hacía, he apretado tu mano con fuerza queriéndote pedir, sin palabras, que no de fueses de mi lado. He saboreado el dulce aliento de tu alma, y he abrazado con ganas el calor de tus susurros. He soñado con este momento día y noche y ahora que estás aquí sólo soy capaz de acariciarte las palabras y naufragar en tu mirada. Porque quiero que te dejes llevar en el mar de mis sonrisas. Y es que una caricia nunca fue tan bonita. Jamás fue tan real.
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